Por Alicia Sisteró – @aliciasistero
Maido, el restaurante nikkei de Lima, fue elegido el mejor del mundo en la lista 50 Best 2025. Con él, diez restaurantes latinoamericanos quedaron entre los 50 primeros, confirmando que la región ya no es promesa, sino presente. Una edición histórica que refleja talento, identidad y una cocina que ya no pide permiso: se impone.
Este 19 de junio en Turín se celebró una nueva edición de The World’s 50 Best Restaurants, y hay una frase que no necesita adorno: Maido, en Lima, es el nuevo número uno del mundo.
¿Y qué significa esto? Que el mundo –ese que durante años se rendía ante la vanguardia europea o las grandes mesas de Asia– está mirando cada vez más hacia América Latina. Con atención. Con respeto. Y con hambre.
Maido en la cima: un viejo conocido que por fin se lleva la corona

Mitsuharu “Micha” Tsumura no es nuevo en estas lides. Lleva años haciendo magia desde su cocina nikkei en Lima. Mezcla técnicas japonesas con ingredientes peruanos y lo hace con una naturalidad que emociona. Este 2025 subió del puesto 5 al 1. Una consagración. Un acto de justicia poética.
Su menú –siempre cambiante, siempre con historia– es una lección de identidad bien contada. Y sí, ya era hora de que el mundo lo entendiera.
¿Y el resto de la región? Fuerte. Muy fuerte.
Latinoamérica metió 10 restaurantes en el top 50. Diez. El año pasado eran menos. Y eso ya dice bastante. Vamos por partes:
Lima está que arde. Además de Maido, entraron Kjolle (puesto 9), Mérito (26) y Mayta (39). Cuatro en total. No sé si hay otra ciudad con esa potencia concentrada. Buenos Aires sigue firme con Don Julio (puesto 10). Parrilla, servicio y producto que no falla. Santiago con Boragó en el puesto 23. Un restaurante que no es moda: es mensaje. Río de Janeiro mete a Lasai (28), una incorporación nueva y merecida. Ciudad de México repite con Quintonil (3) y suma a Rosetta (46). Cartagena, ojo: Celele (48) entra por primera vez y se lleva además el premio al restaurante más sustentable. No es casualidad. Es trabajo.
¿Y el resto del mundo?
Europa sigue dominando. Asia también pisa fuerte. Pero lo que cambia no es la cantidad: es la mirada global hacia lo latinoamericano.
Antes éramos la excentricidad simpática. Hoy somos referentes. Cocinas con discurso. Equipos sólidos. Experiencias auténticas.
Comparado con el año pasado
Maido pasó del 5 al 1. Quintonil subió un lugar (del 4 al 3). Don Julio se mantiene en top 10. Aparecen nuevos como Mérito, Lasai, Celele. Se extrañan otros que estaban en ediciones pasadas… pero así es el juego: subís, bajás, volvés.
La diferencia este año fue el peso simbólico del podio: un peruano primero, un mexicano tercero. No es solo estadística. Es un cambio de eje.
¿Qué significa todo esto?
Que la región está más unida que nunca. Que ya no dependemos de que “nos descubran”. Que estamos trabajando bien. Que hay una generación de cocineros y cocineras con identidad, con sensibilidad y con ideas nuevas.
Y que el futuro no se cocina en soledad. Se cocina con comunidad, con productores, con proveedores, con periodistas, con comensales que preguntan y no solo sacan fotos.

¿Y ahora qué?
Ahora toca celebrar. Y seguir. Porque los premios son hermosos, pero lo importante es lo que pasa después: en el pase, en la sala, en la próxima temporada.
Desde este lado, me alegra ver crecer a colegas, cocineros y restaurantes que admiro. Me alegra también que América Latina deje de ser una promesa para convertirse, finalmente, en una certeza.
Y si me preguntan si esto recién empieza… yo diría que sí. Que queda mucho por contar. Y que mientras tanto, sigamos comiendo rico. Y escribiendo bien.