En Agrelo, cuando el viento se calma y el sol se vuelve más bajo, hay un lugar donde el otoño se disfruta a través del paisaje, y se sabores a través de los productos que da la tierra en esta época. Y si viene acompañado de burbujas, mejor, ¿no?. Fui a probar el nuevo menú Otoño–Invierno de Bistró Chandon, y confirmo: cuando se cocina con estación, todo tiene más sentido.

Llegamos a la hora reservada. Cinco minutos después, ya estábamos sentados, rodeados de una sala lumimosa, minimalista y acogedora. Todo está pensado con una estética sin excesos: mesas de madera clara, sillas beige, ladrillo blanco a la vista, un ojo de buey que deja caer la luz sobre el salón, espejos grandes, un gran cuadro contemporáneo y ventanales con medio arco que en sus cristales llevan grabado “1959 – un monde de possibilités” (año en el que Moët & Chandon fundó su primera bodega fuera de Francia, en Mendoza). Afuera, césped y pinos. Y una huerta que parece un laberinto. Adentro, música suave y mucha amabilidad.

La propuesta de Bistró Chandon se estructura en cuatro pasos, cada uno acompañado por un espumante diferente. Pero antes de que el menú empiece formalmente, llega la bienvenida: un pan brioche hojaldrado, tibio, con manteca de ajo negro y hummus de lentejas turcas. Parece un roll de canela, pero no lo es. Tiene estructura, capas crocantes y se siente el sabor sutil del ajo. Empezamos bien. Muy bien.

Después, el appetizer, junto a una copa de Chandon Apéritif. El protagonista fue un profiterol relleno de crema de tomates secos. Dulce-salado, umami puro. Bocado delicado, y memorable.

De ahí, el menú se abre en elecciones. En entradas, había tres opciones. Yo elegí el paté de pato con vinagreta de damascos y avellanas, servido con radicchio y eneldo. La vinagreta brillaba, el paté estaba bien condimentado, el pan tostado acompañaba y aportaba crocancia. También probamos la burrata con cebollas cocidas a baja temperatura en espumante: suave, dulce, con un toque crujiente. La tercera opción era una remolacha con crema de castañas y granola, que esta vez solo la imaginamos.

Este paso se maridó con el Chandon Brut Nature Rosé, un espumante elaborado con Chardonnay y Pinot Noir principalmente. Método tradicional, 18 meses sobre lías. Fresco, elegante, floral.

De plato principal, pedí la trucha. ¿Punto de cocción? en su punto, con la piel crocante y el interior jugoso. La acompañaban un cremoso de garbanzos, una hoja de pak choi y un yogur cítrico casero con pomelo. Maridó con un espumante 100% Pinot Noir elaborado como blanco, sin contacto con la piel. 24 meses en contacto con levaduras. De los que te dan ganas de pedir otra copa. Iba perfecto con las notas críticas y ácidas plato.

Mi acompañante eligió el plato vegano: un fainá especial, con crema de hongos, menta y sarraceno.Sorprendente, reconfortante, otoñal. También había una opción de carne: un rib eye — acompañado con vegetales especiados. Quedó para pensar en la próxima visita.

¿Los postres? Yo fui directo al pionono con curd de naranja, ganache de chocolate y maní, bañado en chocolate. Cremoso, sin empalagar, equilibrado. También probamos el helado de queso de cabra, que venía con bizcocho de nuez, frutas de estación, calabacines en almíbar (hmmm… sí: estaban buenísimos) y mermelada de rosas. El tercero era una pavlova que esta quedó fuera del tasting a pesar de ser mi postre favorito históricamente.

El espumante para la despedida fue el Chandon Extra Brut, joven, con notas florales y cítricas. Nada invasivo, perfecto para sostener sin empalagar.

Y para cerrar, café expreso o té a elección de una caja divina que te presentan en mesa. Con eso llegaron los petit fours: pétalos de rosa con ganache de chocolate, un bombón de fruta (de manzana) y una mini carrot cake bañada en chocolate. Tres bocados bien ejecutados y sin exageraciones.

La atención fue muy agradable. Una camarera nos acompañó todo el almuerzo, con explicaciones precisas, tiempos bien marcados y una sonrisa permanente. El sous chef, Joaquín, se acercó a saludar a la mesa.
Un detalle que suma y no todos conocen: si uno se ofrece como conductor designado y presenta un test de alcoholemia con resultado cero —el restaurante lo tiene—, te regalan una botella de espumante para disfrutar en casa. Inteligente, responsable y muy en línea con la experiencia.

Súper recomendados: ño mejor para mi, sin duda, fue el paté y la trucha. Aunque el profiterol del inicio también se lleva una mención especial.
El menú está balanceado, los maridajes bien pensados y el otoño aparece en cada detalle: en los ingredientes, en los colores, en la luz que entra por los vidrios, en el ritmo del almuerzo.
Este tipo de experiencias no se trata solo de comer rico. Se trata de detenerse un rato, de saborear la estación y de recordar que la cocina de bodega en Mendoza tiene muchísimo para decir —y para brindar.
Bistró Chandon
- Dirección: Ruta 15, Km 29, Agrelo, Luján de Cuyo, Mendoza
- Teléfono: +54 9 261 485-9656
- Mail: centrodevisitas@chandon.com.ar
- Horario de atención: Lunes a lunes, de 12 a 15 h (mediodía)
- Precio del menú de 4 pasos con espumantes, aguas y café: $98.000* por persona
- Estilo de cocina: Estacional, de producto, con maridaje de espumantes
- Opciones vegetarianas, veganas, sin TACC y sin lactosa
- Chef: Miranda Watson
- Requiere reserva previa
- Instagram: @chandon_ar
*Precios mayo 2025